Ahora pinto cuadraditos verdes. Es un acto acompasado, rítmico; no tanto como respirar, pero el tiempo cuenta. Pintura a la acuarela sobre papel de 50 x
Llevo años afirmando que soy artista pero no termino nada. Como un charlatán. Ya hay bastante charlatanería hoy. Se dan cursillos, se habla de una crisis y nos enseñan a superarla. Pero los charlatanes no entran en crisis; enseñan la teoría de algo que nunca prueban, lo que saben es quejarse o alentar a no quejarse según el programa del cursillo. Sí, es tiempo de charlatanes. Yo no quiero ser charlatán: pinto cuadraditos uno a uno. Voy al estudio, ahora sé que hacer, ocupo mi tiempo, lo cuento y pierdo la cuenta porque me entretengo buscando el matiz adecuado. Todavía no he logrado calcular cuánto me costará terminar esta acuarela si todo sale bien, si no derramo agua sucia de limpiar el pincel sobre el papel sin pintar, si una gotera del techo no me la arruina antes –porque en mi estudio aparecen goteras traicioneras– o si me equivoco y no consigo encajar las 47 columnas con las 741filas de la matriz –lo que sería un mal menor–.
Hay quienes roban mi tiempo de pintar cuadraditos. Y les odio. Hoy ha llegado un operario de la mancomunidad de aguas a cambiar el contador. Venían llamando una semana, quedamos para ayer, ayer llamaron, no podían venir, hemos quedado hoy a las 11 de la mañana, a las 10 me telefonea el operario, le será imposible llegar a las 11 y quiere quedar a la 13, 30, por su interrupción he perdido un tiempo valioso, en vez de hablar con él, podría haber terminado un cuadradito o al menos haber obtenido la mezcla del color apropiado. Cuando por fin ha llegado, el individuo no ha encontrado una llave para cortar el agua e instalar el nuevo contador, no le gusta la antigua llave general y en forma de flor que ve en una columna del estudio y exige que un fontanero instale otra llave de paso delante del contador. Él volverá cuando todo esté en orden, como un señor, y colocará el nuevo contador. Le explico que es un local alquilado y llamo al dueño al que pregunto por otra llave de paso, dice que no hay otra, claro, ya lo sabía; le explico la reclamación del individuo de la mancomunidad de aguas y se hace le sueco, me dice que se va de viaje, que ya hablaremos, que han cambiado el contador otras veces y nunca han dado problemas, que este operario debe de ser un zarpas y que no me preocupe. Cuelgo y me preocupo, ¡vaya si me preocupo!; entre los dos imbéciles me han hecho perder el tiempo de seis cuadraditos por lo menos.
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