viernes, 29 de junio de 2012

Cuadraditos


Ahora pinto cuadraditos verdes. Es un acto acompasado, rítmico; no tanto como respirar, pero el tiempo cuenta. Pintura a la acuarela sobre papel de 50 x 70 cm. Cuadraditos de 7 mm de lado, medida aproximada; unos salen más pequeños y otros más grandes: esta irregularidad obliga a algunos a estirarse o estrecharse, a no ser cuadrados para encajarse en la matriz. Es bastante laborioso, no llego a pintar 100 al día; no sé, creo que tampoco consigo ni 10 cuadraditos a la hora. La matriz es de 47 x 71 cuadraditos que puedo llamar muestras. Muestras de color verde. Si todo va bien, al final saldrán 3337 muestras, cuadraditos o patrones. Una majadería, lo sé, aunque no es arte outsider todavía, no es pintura compulsiva: yo me concentro, comparo los colores que obtengo en la paleta y los pruebo sobre otro papel antes de colocarlo en la matriz que no está previamente trazada: la matriz se crea conforme añado cuadraditos. Hasta ahora sólo he completado tres de los cuatro lados exteriores, dos filas y una columna de la matriz rectangular, y he dejado espacios sin pintar, en blanco, formando un damero que colorearé más adelante pero que me permite contar el número total de espacios. No es el modo más creativo de ocupar mi tiempo, pero ocupo mi tiempo, lo cuento y cobro conciencia de él.
Llevo años afirmando que soy artista pero no termino nada. Como un charlatán. Ya hay bastante charlatanería hoy. Se dan cursillos, se habla de una crisis y nos enseñan a superarla. Pero los charlatanes no entran en crisis; enseñan la teoría de algo que nunca prueban, lo que saben es quejarse o alentar a no quejarse según el programa del cursillo. Sí, es tiempo de charlatanes. Yo no quiero ser charlatán: pinto cuadraditos uno a uno. Voy al estudio, ahora sé que hacer, ocupo mi tiempo, lo cuento y pierdo la cuenta porque me entretengo buscando el matiz adecuado. Todavía no he logrado calcular cuánto me costará terminar esta acuarela si todo sale bien, si no derramo agua sucia de limpiar el pincel sobre el papel sin pintar, si una gotera del techo no me la arruina antes –porque en mi estudio aparecen goteras traicioneras– o si me equivoco y no consigo encajar las 47 columnas con las 741filas de la matriz –lo que sería un mal menor–.
Hay quienes roban mi tiempo de pintar cuadraditos. Y les odio. Hoy ha llegado un operario de la mancomunidad de aguas a cambiar el contador. Venían llamando una semana, quedamos para ayer, ayer llamaron, no podían venir, hemos quedado hoy a las 11 de la mañana, a las 10 me telefonea el operario, le será imposible llegar a las 11 y quiere quedar a la 13, 30, por su interrupción he perdido un tiempo valioso, en vez de hablar con él, podría haber terminado un cuadradito o al menos haber obtenido la mezcla del color apropiado. Cuando por fin ha llegado, el individuo no ha encontrado una llave para cortar el agua e instalar el nuevo contador, no le gusta la antigua llave general y en forma de flor que ve en una columna del estudio y exige que un fontanero instale otra llave de paso delante del contador. Él volverá cuando todo esté en orden, como un señor, y colocará el nuevo contador. Le explico que es un local alquilado y llamo al dueño al que pregunto por otra llave de paso, dice que no hay otra, claro, ya lo sabía; le explico la reclamación del individuo de la mancomunidad de aguas y se hace le sueco, me dice que se va de viaje, que ya hablaremos, que han cambiado el contador otras veces y nunca han dado problemas, que este operario debe de ser un zarpas y que no me preocupe. Cuelgo y me preocupo, ¡vaya si me preocupo!; entre los dos imbéciles me han hecho perder el tiempo de seis cuadraditos por lo menos.

Ni la ilustración es de la acuarela referida ni ese soy yo, no se confundan. Esta acuarela es otra más pequeña y el vaciado en escayola de mi congénere es cortesía de Ana G., que obtuvo varias copias y me regaló una en 2003.

No hay comentarios:

Publicar un comentario